Contexto económico y raíz del problema

La guerra de Ucrania y algunas políticas oportunistas han llevado a las principales economías europeas a soportar durante muchos meses grandes presiones inflacionistas.

Este hecho se produce cuando en los mercados se está produciendo un exceso de demanda de determinados productos, por encima de la oferta disponible. Todos hemos podido escuchar en muchas ocasiones la subida de precios del petróleo debida entre otros motivos por la contención de producción de barriles fijada por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Últimamente también fue muy sonado el caso de la escasez de cereales, aceites de girasol, y un largo etcétera como consecuencia de la guerra de Ucrania y el papel que tiene este país conocido como el granero de Europa debido a que es el principal suministrador de este tipo de producto en el viejo continente.

Ese exceso de demanda provoca una subida generalizada de precios, ya que ante la escasez del mercado cada vez se está dispuesto a pagar más por el mismo producto, y esto en consecuencia genera la inflación.

La primera consecuencia de la inflación es el estrangulamiento de determinadas economías domésticas, debilitando la renta disponible de las familias más vulnerables debido al esfuerzo económico cada vez mayor que deben realizar para comprar bienes de primera necesidad. El aumento de renta necesaria para proveerse de bienes de primera necesidad minora la capacidad económica que estas familias pueden destinar a otro tipo de bienes más orientados hacia la industria o el ocio, lo cual repercute a un gran número de empresas que ven recortadas sus ventas. Esta es la segunda consecuencia de la inflación.

 

Una vez se concatenan diversos periodos con una elevada inflación, entra en juego la política europea monetaria y en materia económica.

La teoría dice que subiendo los tipos de interés se ponen mayores trabas al acceso a la financiación, provocando una caída en la demanda y regulando de esta forma las continuas subidas de precios.

Estas políticas de subidas de tipos son las que precisamente estamos viviendo durante los últimos meses en Europa. Los problemas que generan estas subidas tan pronunciadas en un corto espacio de tiempo son varios y de diversa consideración.

La primera consecuencia va relacionada con el perjuicio que sufran muchas rentas familiares, de nuevo las más vulnerables, que ven como se encarecen las hipotecas referenciadas al Euribor o a cualquier otro indicador de referencia, minorando nuevamente su renta disponible.

La siguiente consecuencia la tenemos en los mercados financieros. Unos tipos de interés más elevados hacen más atractivas las inversiones a tipo fijo como son los bonos del estado en diversos horizontes temporales o los depósitos tradicionales.

En este contexto, la renta fija emitida con anterioridad a las subidas de tipos cada vez vale menos, pero ¿Por qué?

Si hace un año contratamos unas letras que nos aportaban un 1% de rendimiento anual a vencimiento de 2 años, si las mantenemos hasta vencimiento nos darán el tipo de interés pactado, pero si por el contrario las vendemos antes de vencimiento perderemos dinero. ¿Quién nos va a comprar un producto que rinde al 1% anual cuando tras las subidas de tipos existen otros muchos que están rentando a más del doble?

Los fondos de renta fija en los que invierten muchas familias con pequeños ahorros para huir de la renta variable y de sus fluctuaciones se convierten en una trampa, ya que estos fondos son gestionados de tal forma que se compran y venden constantemente los activos de los que se componen sus carteras, y en el contexto comentado generan pérdidas de cotización al desprenderse de activos poco atractivos para el resto del mercado.

 

Magnitud del problema

 

El problema se agrava cuando estas consecuencias de fluctuaciones en la renta fija pasan de salpicar a pequeños ahorros familiares a la banca. Los bancos también tienen invertido gran parte de su capital, que a la vez son los ahorros depositados por las familias en sus cuentas corrientes y depósitos.

Todos los bancos guardan un porcentaje de su capital en liquidez para hacer frente a las salidas habituales de dinero que demandan sus clientes, bien sean por retiradas puntuales (para el consumo habitual o esporádico) o definitivas (para llevarlas generalmente a otra entidad que les ofrece mejores condiciones o porque hay pérdida de confianza en ese banco). Cuando el nivel de estas salidas es alto, por encima de lo normal o de lo que había estimado el propio banco, éste se ve obligado a vender parte de sus activos para tener liquidez con la que devolver el dinero a sus clientes. Si el activo que se vende son bonos, en el contexto comentado, sufraga numerosas pérdidas que le pueden hacer quebrar rápidamente.

 

Este es el caso de Silicon Valley Bank (SVB), un banco estadounidense relativamente pequeño. Cuando se da un caso como este, rápidamente se corre el riesgo de contagio de otras entidades. Los inversores pierden la confianza especialmente en los bancos más pequeños y se apresuran a sacar el dinero de sus cuentas. Esto genera un problema grave de liquidez para el banco, que a su vez se ve obligado a mal vender activos (bonos) en el mercado secundario con pérdidas que hacen comprometer su situación. Y esto es la pescadilla que se muerde la cola. Si quiebra otro banco la desconfianza de los inversores no hace sino crecer, retirando más dinero de otros bancos y comprometiendo a la larga su viabilidad.

 

Tranquilidad y esperanza

 

Ante esta situación el segundo banco en tener problemas ha sido Credit Suisse. En este caso ha sido rescatado mediante la compra de UBS por un importe de 3.250 Millones de dólares. Esto ha permitido calmar la tensión y el efecto contagio en otros bancos, ya que los inversores han recuperado con este movimiento parte de la confianza perdida.

 

También cabe mencionar que los problemas de Silicon Valley Bank y de Credit Suisse han sido derivados de una mala gestión de estas entidades, que estaban sobre invertidos en este tipo de activos (bonos) sin tener en cuenta que un cambio en los tipos de interés podría perjudicar sus inversiones.

El contagio al resto del mundo debería ser limitado, ya que la crisis está provocada por el modelo especifico de negocio de estos bancos, difícilmente valorable en Europa y especialmente en España: los bancos españoles tienen en torno al 15% de sus activos en bonos, mientras que SVB tenía casi el 60 %.

 

Tras el anuncio de compra de Credit Suisse por parte de UBS, las principales bolsas europeas han recuperado en las dos últimas sesiones los números en verde, amortiguando en cierto modo las graves caídas sufridas la semana pasada por la pérdida de confianza en los inversores.

 

En resumen, no habría elementos de juicio suficientes para provocar una crisis bancaria mundial, aunque es natural que durante un tiempo haya dudas sobre la solidez del sector bancario y los efectos de las rápidas subidas de tipos en sus balances.